Algún día ya hablaremos de la Sierva de Dios Luisa Picarreta (Luis la Santa), pero ahora les dejamos una inmejorable recoemndación, MEDITAR LA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, sabiendo que en las llagas de Nuestro Señor están las mejores fuentes de vida y consuelo para los males qwue afligen al mundo:
Nuestro Señor mismo nos ha enseñado innumerables veces a través de los
tiempos por medio de todos sus Santos, de tantas almas privilegiadas, del
Magisterio mismo de la Iglesia y, por supuesto, también por medio de los
escritos de Luisa, « La Pequeña Hija de la Divina Voluntad », la trascendente
importancia que tiene el meditar en su Pasión; y no sólo meditarla, sino el
vivir interiormente, intensamente y continuamente todo lo que Jesús mismo quiso
sufrir por amor a cada uno de nosotros.
La Pasión de Cristo es
una de las fuentes más provechosas que procura y facilitan una unión más íntima con nuestro Señor y nos traza un camino seguro hacía la Santidad, como nos lo recuerda la Sagrada Escritura: “Sed santos, pues yo soy Santo" (Lv 11, 44). Es por esto que la meditación de la Pasión de Jesús ha sido uno de los temas preferidos por muchos de los Santos durante el transcurso de toda la Historia de la Iglesia. Incluso el segundo libro más leído después de la Biblia nos lo recalca:
una de las fuentes más provechosas que procura y facilitan una unión más íntima con nuestro Señor y nos traza un camino seguro hacía la Santidad, como nos lo recuerda la Sagrada Escritura: “Sed santos, pues yo soy Santo" (Lv 11, 44). Es por esto que la meditación de la Pasión de Jesús ha sido uno de los temas preferidos por muchos de los Santos durante el transcurso de toda la Historia de la Iglesia. Incluso el segundo libro más leído después de la Biblia nos lo recalca:
“El cristiano que medite atentamente en la vida, Pasión y Muerte del
Señor, encontrará allí en abundancia,
todo lo que le es necesario para progresar en su vida espiritual, sin
necesidad de ir a buscar fuera de Jesús algo que le pueda aprovechar mejor”
(Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo.)
Nos refiere San Luis María Grignon de Montfort en El secreto admirable
del Santísimo Rosario:
« Afirma San Agustín que no hay ejercicio tan fructuoso y útil para la
salvación como pensar con frecuencia en los sufrimientos del Señor.
San Alberto Magno, maestro de Santo Tomás, supo por revelación que el
simple recuerdo o la meditación de la pasión de Jesucristo es más meritorio
para el cristiano que ayunar durante todo un año a pan y agua todos los
viernes, o disciplinarse sangrientamente cada semana, o rezar el salterio todos
los días. »
Esto es lo que nos dice San Alfonso María de Ligorio sobre la Pasión de
Cristo:
« Nuestro tiempo no es tiempo de temor ya que somos testigos de un Dios
que ofreció la vida para lograr hacerse amar. La pasión de Jesús fue llamada un
exceso, por lo cual nadie que la medite podrá seguirle a medias.
Si quieres crecer en la vida del espíritu, piensa todos los días en los
padecimientos del Señor porque pensando en ellos es imposible que no te llenes
de amor y fortaleza; amor capaz de relativizar los demás efectos en comparación
con el suyo, y fortaleza para sobrellevar con gozo las pruebas y las cargas
inevitables de la vida.
¿Quién podrá desesperarse o irritarse por lo injusto de sus sufrimientos
viendo a Jesús herido y despedazado? ¿Quién rehusará sujetarse a las exigencias
del bien común al recordar a Cristo obediente hasta la muerte? ¿Quién podrá
temer si se abraza a la cruz de nuestro Redentor?
Se lamentaba Santa Teresa de que algunos libros le hubieran aconsejado
dejar de meditar la pasión, porque la humanidad de Cristo hubiera pudiera
impedirle la contemplación de su divinidad; y consciente del error exclamaba:
"Oh Señor y bien mío, Jesús crucificado, me parecía haberte hecho una gran
traición, pues ¿de dónde me vinieron todos los bienes sino de vuestra
cruz?".
Decía San Pablo que solo ambicionaba saber la ciencia de la cruz, es
decir, el amor que ella encierra: "Pues no quise entre vosotros sino a
Jesucristo, y éste crucificado" (1 Co 11,2).
Preguntado San Buenaventura de dónde sacaba tan copiosa y excelente
doctrina como ponía en sus obras, dijo mostrando un crucifijo: "Este es el
libro que me dicta todo lo que escribo. Aquí he aprendido lo poco que sé".
¿Dudarías de consagrarte por entero al Redentor si verdaderamente
conocieras el misterio de la cruz? ¿Cómo habiéndote amado hasta la locura no ha
logrado aún gobernarte el corazón? Ten presente que "Cristo murió por
todos, para que los que viven no vivan para sí, sino para El que murió y resucitó
por ellos" (2 Co 5,15).»
Si se quedaron con sed de más, pueden visitar este enlace:
http://www.passioiesus.org/es/index.php
PAX VOBIS
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