Tomado del periódico digital "RELIGIÓN EN LIBERTAD".
Desde este domingo habrá en Valencia una capilla para la
Adoración Perpetua
Mañana, tarde, noche y madrugada: la parroquia de San Martín
alojará cuatro turnos de culto al Santísimo Sacramento.
La capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la
archidiócesis de Valencia abrirá este domingo, en la parroquia de San Martín de
la capital valenciana tras la celebración de una misa solemne que presidirá el
arzobispo Carlos Osoro en la catedral a las 20 horas.
En el transcurso de la misa, después de la comunión, se
desarrollará un recorrido procesional con el Santísimo Sacramento bajo palio
hacia la iglesia de San Martín, ubicada en la calle San Vicente Mártir, donde
finalizará la eucaristía y quedará expuesto en su capilla para su adoración
permanente.
Precisamente, el primer turno dará comienzo el domingo a las
22 horas y desde entonces la adoración será ininterrumpida en turnos de mañana,
tarde, noche y madrugada, según indicó a la agencia AVAN el responsable de los
coordinadores de los turnos horarios, Javier Taberner.
Se trata de la primera capilla de adoración perpetua de la
diócesis de Valencia, “a la que se
han unido ya casi 600 fieles comprometidos a
acompañar al Santísimo Sacramento una hora a la semana”, añadió: “Con esta
inauguración, la diócesis de Valencia se suma a la treintena de capillas de
adoración perpetua que ya existen en España desde hace nueve años”.
En la actualidad, existen más de 2.500 capillas dedicadas al
culto ininterrumpido que están abiertas en todo el mundo, la mitad de ellas en
Estados Unidos y el resto, repartidas en varios países, principalmente
Filipinas, Corea, Méjico, Italia y Francia. También hay adoración perpetua en
Australia, Inglaterra, Ru-manía, Rusia, así como en países no cristianos como
Kazajistán, Siria, Irak, China, India. Además, se han sumado recientemente a
esta iniciativa países africanos como Tanzania, Uganda y Kenya.
Aunque por ahora son 600 las personas apuntadas según un
programa definido, la Adoración Nocturna estará abierta a “todos los que
quieran acercarse y el tiempo que consideren", añadió Taberner.
La capilla, a la que se podrá acceder directamente desde la
calle, ha sido dotada de rampas de acceso para personas con discapacidad, y de
un aseo en los locales contiguos. Permanecerá abierta las 24 horas del día, si
bien desde las diez de la noche hasta las ocho de la mañana se podrá acceder
libremente llamando a un videoportero, para abrir la cancela que permanecerá
instalada de entre esas horas. En la entrada al recinto se instalará una cámara
de seguridad.
Monseñor Osorio ha consagrado su carta semanal a explicar la
importancia y sentido de la Adoración Perpetua. A continuación reproducimos su
texto íntegro.
Nuestra archidiócesis, 24 horas en presencia de Jesucristo
Siguiendo la tradición de nuestra Archidiócesis de Valencia
tan íntimamente vinculada a la Eucaristía, vamos a inaugurar en la ciudad de
Valencia una capilla de Adoración Perpetua en la parroquia de San Martín, en la
capilla de la Comunión. Lugar en el que, durante las veinticuatro horas del
día, estará Nuestro Señor Jesucristo expuesto para la adoración de todos los
que deseen estar un tiempo con Él y para todos los hombres y mujeres que desean
y buscan encontrar la paz verdadera, la vida que nos desborda, la salud y la
curación de sus heridas. Al inaugurar esta capilla de Adoración Perpetua,
pienso en todos los que fueron pastores en la Archidiócesis de Valencia que
alentaron que vivir la Eucaristía era gustar la eternidad en el tiempo y vivir
de Ella.
¡Qué palabras tiene Santo Tomás de Villanueva sobre el
Misterio de la Eucaristía!: “¿Qué hay más dulce, más valioso, más puro que este
pan? No es de la tierra, sino que vino del cielo… tiene todos los sabores, toda
la suavidad. En Él se halla la plenitud de todas las virtudes y carismas. Si
alguien tiene hambre, que se acerque a Él y en Él encontrará hartura completa.
Si es pecador, acérquese y encontrará perdón; si es justo, encontrará gracia;
si es enfermo, encontrará medicina; si es muerto, encontrará vida; si triste,
hallará alegría; si hambriento, hallará abundancia” (cf. Santo Tomás de
Villanueva. Antología de textos n. 870). “El sacramento de la Eucaristía es el
mayor de los milagros hechos por Cristo” (cf. Ibíd. 872). “Nada hay que tanto
sosiegue el corazón, nada que le procure mayor tranquilidad, como la
Eucaristía” (Ibíd. 875).
¡Qué fuerza tiene para nosotros lo que san Juan de Ribera de
tantas maneras nos dice hablando de la Eucaristía!: “En todos los misterios de
nuestra santa fe, el misterio de hoy es el que más a la mano nos muestra la
bondad, la caridad, la omnipotencia, la providencia y la benignidad de Dios. La
bondad, porque se quiso comunicar. Caridad, porque quiso quedar con nosotros
por amor que nos tuvo. La omnipotencia, porque con la palabra del sacerdote,
vuelve la sustancia de pan y vino en sustancia de Cuerpo y de Sangre. La
providencia, en querernos dejar de comer. La benignidad, en que con tal dulce
bocado nos quiso sustentar” (San Juan de Ribera, Sermones IV, S. 210). “Gran
hazaña es de Dios Nuestro Señor, y por ser ella tan grande, se debe repetir
muchas veces. Se ha quedado Dios en el mundo para sustentar al hombre. Ha
querido quitar el hambre de nuestras almas haciéndose manjar de ellas, ha
trazado Dios un modo de unirse con los hombres tan apretado, como el que hay
entre el manjar y el que lo come. Ha puesto Dios Nuestro Señor su verdadera
Carne y Sangre al gusto de los hombres, no contentándose con dársela, sino
también con que esto fuese de manera que hiciese dulce al hombre” (Ibíd. S. 216).
“Esto acontece al cristiano que viene a hacerse una cosa con Dios… No hace
menos que esto el Sacramento de la Eucaristía: hacer al hombre Dios… Basta
decir esto para que entendáis a la dignidad en que viene el hombre por este
Sacramento” (Ibíd. S. 222, 50).
En nuestra Archidiócesis de Valencia hay muchas iglesias y
capillas en las que se hace la Exposición del Santísimo durante varias horas.
Pero era necesario que toda nuestra Archidiócesis permaneciese siempre, todas
las horas del día y de la noche, postrada ante Jesucristo. Y comienza un grupo
de hombres y mujeres que prestan su tiempo para ponernos a todos ante
Jesucristo. Ha sido una gracia de Dios el que un grupo de seglares haya querido
asumir esta tarea, en nombre de todos los cristianos, invitándonos a unirnos a
ellos: estar y permanecer junto al Señor un tiempo del día o de la noche, de
tal manera que siempre haya alguien que, en nombre de todos los hombres y
mujeres de nuestra Archidiócesis de Valencia, adore solamente a Dios, nos
pongan a todos ante Jesucristo, es decir, ante quien es Señor de la vida, de la
historia y de todo lo que existe, ante quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
Esta es la tarea más grande y valiosa que podemos hacer por los hombres. Os
invito a que os unáis a hacerlo. Incluso, a quienes no creéis, estad un tiempo
ante Jesucristo en el Misterio de la Eucaristía. Os aseguro que no será un
tiempo indiferente.
En la exhortación postsinodal “Sacramentum caritatis”, el
Papa Benedicto XVI nos recordaba que el Misterio Eucarístico “es el don que
Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada
hombre” (n. 1). Por eso la capilla de la Adoración Perpetua constituye una
importante cita de fe y de alabanza para toda nuestra Iglesia diocesana: nace
unos días antes de comenzar y abrirse para toda la Iglesia el Año de la Fe,
entre otras cosas, porque tenemos que reafirmar abiertamente la fe del Pueblo
de Dios en Jesucristo vivo y realmente presente en el Santísimo Sacramento de
la Eucaristía. ¡Qué hondura, qué belleza, qué capacidad de transformación de la
historia personal y colectiva adquiere el corazón del ser humano, cuando
contempla, vive y anuncia a Jesucristo! El don de la Eucaristía, los Apóstoles
lo recibieron en la intimidad de la última Cena, pero estaba destinado a todos,
al mundo entero. Precisamente por eso hay que proclamarlo y exponerlo
abiertamente, en la celebración de la Eucaristía y en la Adoración prolongada
del Señor, para que todos los hombres puedan encontrarse con Jesús que pasa, al
igual que acontecía en los caminos de Galilea, de Samaría y de Judea. Creo
firmemente que cuando lo recibimos en nuestra vida, somos curados y renovados
por la fuerza transformadora de su Amor.
En la Exhortación Apostólica postsinodal “Ecclesia in
Europa”, nos decía el Beato Juan Pablo II: “La sagrada Eucaristía, en efecto,
contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra
Pascua. La Iglesia, en su peregrinación, acude a ella, fuente y cima de toda la
vida cristiana, encontrando la fuente de toda esperanza. En efecto, la
Eucaristía da impulso a nuestro camino histórico, poniendo una semilla de viva
esperanza en la dedicación cotidiana de cada uno a sus propias tareas” (n. 75).
De ahí la importancia y la necesidad de estar siempre presentes ante quien es y
contiene todo bien. Él nos da la alegría, la vida, la paz, el amor, la
solidaridad, la entrega, el servicio, la donación, la capacidad y la fuerza
para ver en todos a un hermano; nos cambia el corazón, nos dice siempre “¿qué
quieres que haga por ti?”. La respuesta es la del ciego del evangelio: “¡que
vea!”. Él todo lo sabe y todo lo puede. Él nos hace experimentar aquella famosa
expresión de san Pablo, “todos vosotros sois uno”. En ella se percibe la verdad
y la fuerza de la revolución cristiana.
La revolución más profunda de la historia se experimenta
precisamente en torno a la Eucaristía. Ella nos libra de todo abatimiento o
desconsuelo, nos levanta siempre para reanudar el camino con la fuerza que nos
da en Jesucristo. Hemos creído en el Amor, el que se nos revela en Jesucristo.
Esta es la esencia del cristianismo. Participar, adorar y contemplar la
Eucaristía nos hace encontrarnos con Jesucristo, tener los mismos sentimientos
de Cristo, crecer en su Amor, vivir cada día mejor la identidad cristiana,
trabajar por transformar este mundo con el amor, la gracia y la fuerza de
Cristo. Da algo de tu tiempo sólo a Jesucristo. Y ten la seguridad que Él
cambia el corazón del ser humano y la dirección de la historia.
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