Miren lo que he encontrado por ahí... muy interresante, sobre todos para los que creen pero ven en la Virgen un torpedo para la "autentica fe"
Los más de 50.000 exorcismos que ha realizado le convierten en el mayor
experto en la materia. A sus 87 años, el padre Gabrielle Amorth, exorcista de
la diócesis de Roma, alerta de la importancia de que en cada diócesis haya un
exorcista.
Actualizado 26 septiembre 2012
Una mañana de 1985, el cardenal Ugo Poletti, vicario de Juan Pablo II
como obispo de Roma, llamó a un sacerdote paulista nacido en 1925, el padre
Gabrielle Amorth, para encomendarle una misión: ser el exorcista de la diócesis
de Roma.
En estos veintisiete años, el padre Amorth reconoce haber realizado más
de cincuenta mil exorcismos. Por tanto, nadie mejor que él en todo el mundo
para explicar qué este ritual del exorcismo, en un momento en el que, en la
práctica, está olvidado incluso en el seno de la Iglesia.
-Padre Amorth, ¿qué es un exorcismo?
La Virgen Stma. Protege la barca de Pedro y no la dejará |
-El exorcismo es una oración pública de la Iglesia que se hace con la
autoridad de la Iglesia, porque la hace un sacerdote designado por el obispo;
es una oración de liberación del demonio, de su influencia maligna o del mal
provocado por él.
-En la actualidad hay muy pocos exorcistas, ¿No son necesarios?
-Durante trescientos años la Iglesia ha abandonado los exorcismos. Los
motivos son diversos y los explico en el libro Habla un exorcista. Sin embargo,
en cada diócesis debe haber uno ¡como mínimo! Pero ¿cómo los va a haber, si la
gente no cree en el Demonio, incluso gente de Iglesia, como sacerdotes y
obispos? Es necesario saber que el obispo que no proporciona la ayuda
espiritual necesaria a un fiel con un problema demoníaco está pecando
gravemente.
-¿Por qué permite Dios una posesión o un mal demoníaco?
-Hay gente a la que he tratado que va a misa, reza y hace ayuno. Yo les
pregunto: “Si no estuvieses
poseído, ¿lo harías?”. Y me responden que no.
Además, pregunto a los demonios mientras hago este exorcismo: “¿Por qué te
empeñas en quedarte? Y me dicen: “No puedo irme porque Dios no me lo permite.
Si me fuera de esta persona, se alejaría de los sacramentos, y estando así,
acude a Dios y es ferviente su oración”. Luego es posible que para esas
personas, esa cruz sea necesaria para su salvación y la de los que comparten
esa cruz con ella: su entorno, su familia y sus amigos.
Ayuno y oración
-En el Evangelio, Jesús dice que algunos demonios sólo se van con ayuno y
oración, pero existen casos en los que el exorcismo dura muchos años, o que
incluso no llega a producir nunca esa liberación, aunque se recurra al ayuno y
la oración. ¿Por qué?
-Hay ocasiones en que el Señor permite un caso de posesión en el que la
persona no llegue a liberarse nunca. Yo los he tratado. El Señor invita a
acudir al ayuno y a la oración para expulsar cierto tipo de demonios, porque
hay varios. Igual que hay ángeles con diferentes funciones y misiones, con los
caídos pasa lo mismo, pues también son ángeles. Pero como digo, en ocasiones
nada funciona, ya que Dios lo permite para la salvación de muchas almas, no
sólo de la persona poseída, aunque no es normal.
-Otra cosa incomprensible es cómo puede comulgar un poseído y que no se
dé su liberación, siendo como es la Sagrada Forma el cuerpo vivo de Cristo.
¿Acaso no nos ha dicho la Iglesia que el demonio huye de Cristo como de la
peste?
-Es cierto. No se aleja el demonio cuando la persona comulga. Se queda
ahí quieto, aunque supongo que tremendamente incómodo. A veces, durante un
exorcismo, coloco sobre la cabeza del poseído una forma consagrada y pregunto:
“¿Sabes lo que tienes ahí?”.Y contesta: “Sí, está Él”, y ni se inmuta.
Sin embargo, he descubierto algo curiosísimo: el demonio se descontrola
en rabia desesperada cuando coloco algo que refleja la presencia de la Virgen,
como un escapulario, o si rezo oraciones de la Virgen. ¡A María le tiene un
odio impresionante! Entonces sí se revuelve, no lo puede soportar. ¡Huye como
de la peste!
-¿Por qué?
-Porque se siente profundamente humillado. El saberse obligado a hincar
la rodilla ante una mujer, la Madre de Cristo... ¡Ah! No puede con eso. Las
oraciones a la Virgen durante un exorcismo son extraordinariamente poderosas a
mi favor...
También ocurre con las reliquias que han pertenecido a algunos santos. Yo
suelo utilizarlas con mucha frecuencia, porque no las puede soportar. Suele
‘salir’ despavorido por la misma razón: la humillación de la obediencia a la
que le obliga Nuestro Señor, que le induce a doblegarse ante un hombre, no ante
un ángel o ante Dios mismo: ante un hombre que ha sido santo.
Me ocurre mucho con las reliquias que utilizo del padre Pío de
Pietrelcina, a quien tengo especial devoción. Sale huyendo ante las oraciones y
las invocaciones que hago sobre él. ¿Sabe que lo conocí siendo yo muy
jovencito? ¡Le tiraba de la barba y él se partía de risa! Yo le adoraba, era
una persona de una bondad hiperbólica, un hombre de Dios de pies a cabeza. Un
gran santo de nuestro tiempo.
Objetos de metal
-Usted cuenta que durante los exorcismos un poseído puede expulsar por la
boca objetos de metal, cristal y cosas así.
-Es curioso, ocurre a veces. Esos objetos no están dentro de la persona
físicamente, se materializan en la boca, al ser expulsados. Los he cogido con
mi mano, incluso cuchillas de afeitar. Tengo una caja enorme llena de estos objetos.
La guardo para demostrar físicamente lo que ocurre durante la expulsión de un
demonio. Es muy difícil de creer, pero están ahí.
Una vez, una persona sobre la que oraba me escupía todo el rato y yo
esquivaba sus salivazos como podía. Una de ésas veces, le vi que me iba a
escupir y puse mi mano ante su boca. Fue todo muy rápido, pero cogí al vuelo un
clavo enorme y estaba seco. No tenía saliva ni nada. Se había materializado en
el momento de salir de su boca.
-Usted cuenta que una sola sesión de exorcismo puede ser durísima.
-Se necesita una enorme fuerza psicológica para asistir a un exorcismo y
no distraerse de la oración con nada, diga lo que diga o haga lo que haga el
demonio. La fatiga puede ser muy grande.
-¿Cómo nos protegemos para que nunca nos suceda algo así?
-El mejor remedio contra el demonio es la oración y la confianza en la
Misericordia. Con oración y siendo fieles a los regalos infinitos de la
Iglesia: los Sacramentos. Dios jamás abandona a un hijo fiel. Lo protege, lo
ama con locura, lo mima con sus regalos. ¡No debéis tener miedo jamás!
-¿Usted no ha tenido miedo nunca?
-El mismo día que me nombraron exorcista me encomendé a la Santísima
Virgen. Le pedí que me arropase y me protegiese cada día con su manto materno.
Además, tengo una profunda devoción a mi ángel de la guarda, al que me
encomiendo cada día y antes de cada exorcismo. Por lo tanto, creo que es el
demonio, por la gracia de Dios, el que se echa a temblar cuando me ve aparecer
y empiezo a rezar.
Juan Pablo II
-¿Es cierto que usted exorcizó junto a Juan Pablo II?
-Le cuento una anécdota de ese impresionante santo. Estaba yo exorcizando
a una pobre muchacha joven, a la que llevaba muchos años intentando liberar. El
exorcismo esa mañana había sido durísimo y tanto ella como yo estábamos
agotados. Entonces nos fuimos los dos a una misa que celebraba el Papa en San
Pedro.
Ella estaba tranquila, con unas ganas tremendas de estar en la Misa y de
ver al Papa. Todo iba bien hasta que el Papa entró en la basílica, con todos
los ropajes, preparado para celebrar. En cuanto esta muchacha le vio, se puso
fatal: alaridos, convulsiones, etc. Estaba claro que el demonio no soportaba la
presencia de ese hombre tan de Cristo. El Papa la miró lleno de compasión y dio
la orden de que la alejaran un poco, pues los gritos que profería y las
palabrotas iban a ser un incordio para la celebración.
Cuando finalizó la Misa, el Papa se acercó a ella, que seguía con una
inquietud horrorosa. Le impuso las manos, comenzó a orar y la muchacha se puso
fatal. Así estuvo el Santo Padre un buen rato, hasta que se calmó un poco.
Quizá logró expulsar un par de demonios. El caso es que, agotado, le dijo a su
secretario: “Avise al padre Amorth. Que siga él”. Y ahí tuve que seguir yo, que
había estado antes no sé cuántas horas con la pobre desdichada sin ningún
fruto. Me reí: el Papa no lo sabía.
-¿Le obedeció?
-¡Por supuesto! Yo quise muchísimo a Juan Pablo II.
Medjugorje
-Hay un elemento muy fuerte en el mundo actual en la lucha contra el
demonio, un fenómeno que el Papa Juan Pablo II amaba mucho como ha revelado el
postulador de su causa de beatificación, que es el fenómeno de Medjugorje. ¿Qué
opinión le merece?
-Medjugorje es un lugar de gran fortaleza contra Satanás. Nuestra Señora
dijo en Medjugorje el 14 de abril de 1982: “Dios ha permitido que Satanás ponga
a prueba a la Iglesia durante un siglo”, pero añadió que no la destruiría:
“Este siglo en el que vivís está bajo el poder de Satanás, pero cuando sean
realizados los secretos que os he confiado, su poder se quebrará”.
Estas palabras nos dicen que Satanás está hoy trabajando, pero a la vez
que él, también está la Virgen. Ahí están los frutos de Medjugorje. Son ya más
de 30 años de buenos frutos y el Evangelio es claro sobre cómo discernir los
acontecimientos que suceden. Al árbol se le conoce por sus frutos, y los de
Medjugorje son tan claros que a mí me da pena que se ignoren. Incluso
creyentes, laicos y consagrados, que sin haber estado si quiera allí, ya
tomaron su decisión de rechazarlo. Pero bueno, de lo poco que sabemos de los
secretos confiados a los videntes de Medjugorje es que cuando se realicen, el
dragón será derrotado y el reino de la luz triunfará.
-¿Qué recomienda a una persona que quiera ir al cielo sin pisar el
purgatorio y sin saber nada de Satanás?
-Hijo mío, yo también quiero ir al cielo. Agárrate a los sacramentos y
sobre todo a la Virgen María. Ella jamás te abandonará.
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