Por Salvatore Izzo
“El
primer agradecimiento a Dios es por la presencia de Benedicto XVI, este
gigante manso y fortísimo que sostiene el camino de la Iglesia
infundiéndole luz y energía y aquella novedad que hace al cristiano un
hombre grande”. Lo escribe el nuevo arzobispo de Ferrara (e histórico
colaborador del fundador de Comunión y Liberación, don Giussani),
monseñor Luigi Negri, que publica en Tempi un personalísimo “Te Deum” de
fin de año. Según el obispo, sin embargo, “la grandeza testimoniada por
el Papa encuentra una Iglesia que en varias ocasiones ha demostrado una
debilidad que no es en primer lugar de carácter moral (debilidad que
también existe, y de la cual hablan los medios de comunicación social)”,
sino que está originada “en el rechazo de razonar y vivir según la
cultura que nace de la fe”.
Al
respecto, el obispo cielino cita a Jacques Maritain, el cual había
dicho después del Concilio Vaticano II que el peligro de la Iglesia era
el arrodillarse frente al mundo. “Somos débiles – explica monseñor Negri
– porque el fundamento de nuestro actuar y conocer no es ya la fe sino
el criterio del mundo”.
Según
el arzobispo de Ferrara, “esta falta de una cultura cristiana humilde y
cierta es también la razón de la falta de aquel coraje que nos ha sido
testimoniado por mártires cristianos que en Asia, África, y Oriente
Medio han podido decir, como Asia Bibi, «si me condenas porque soy
cristiana, estoy contenta». Una debilidad, la de la Iglesia, que,
subraya monseñor Negri, “encuentra aquella situación de inconsistencia
que caracteriza la vida de la sociedad: el individualismo consumista, el
desprecio de sí y del otro si no se lo puede reducir a nuestra
posesión, la tendencia a obtener siempre el máximo bienestar posible”.
“Todo
esto – afirma el prelado – hace de la sociedad un campo de violencia al
que nos estamos acostumbrando sin darnos cuenta. La violencia, que va
desde la disgregación de la familia hasta la de la sociedad, desde los
suicidios y los homicidios como solución a los problemas, hasta la
manipulación de la vida desde la concepción”.
En
Tempi, monseñor Negri confía haber vivido una experiencia
extraordinaria “de la grandeza del Papa” el pasado octubre, habiendo
tenido la oportunidad extraordinaria de estar a su lado durante el
reciente Sínodo en el cual “su presencia, testimonio y enseñanza nos han
garantizado la acción del Espíritu Santo en aquellos días”. “Este
gigantesco testimonio suyo – concluye el nuevo arzobispo acercando la
figura de Benedicto XVI a la de su predecesor elevado al honor de los
altares por él mismo, el 1º de mayo de 2010 – se convierte en un don
para el Año de la Fe en el que será posible, siguiendo al Papa, volver a
la fe”, en el “asombro de una vida renovada, de la que el Beato Juan
Pablo II sigue siendo imagen para el cristianismo de todo tiempo y, por
eso, también para el nuestro”.
***
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
No hay comentarios:
Publicar un comentario