... Vamos a contar una auténtica limpieza étnica.
Este mes de enero el equipo que estamos rodando una serie de
documentales sobre cristianos perseguidos (con el patrocinio del
Instituto CEU de Estudios Históricos y la Fundación Ignacio Hernando de
Larramendi) ponemos rumbo al Líbano. Desde allí podremos ver y relatar
uno de los éxodos más trágicos que se han producido en el mundo durante
los últimos años. Los seguidores de la cruz desde hace meses escapan de
Siria y de Iraq, muchas veces con lo puesto, para vivir como desplazados
en el Kurdistán, en Jordania o en el país de los cedros. Oriente
Próximo se queda sin cristianos. El cristianismo de todo el mundo
pierde así la memoria viva de lo que sucedió en sus orígenes. Y los
países de mayoría islámica pierden una minoría decisiva para construir
una sociedad más plural, más democrática. En 2003, antes de la
intervención de los Estados Unidos, había en Iraq 1.600.000 de
cristianos. Ahora ya solo quedan 300.000. En poco tiempo pueden verse
reducidos a 50.000. Hay ciudades donde la cruz estaba presente desde los
primeros siglos. En los últimos meses han perdido a todos sus
bautizados. Hace diez años un obispo greco-católico aseguraba que el
modelo de convivencia entre cristianos y musulmanes de Siria era
modélico. La situación, con algunos altibajos, se mantuvo estable hasta
marzo de 2011 cuando estallaron las protestas contra Bashar al Assad.
Luego llegó la guerra civil. Y Siria ha pasado de 1.750.000 cristianos a
poco más de 400.000. El éxodo de bautizados iraquíes, que se ha
producido a lo largo de diez años, en el caso de Siria ha tenido
lugar en poco más de tres años.
La limpieza étnica comienza en
2004 y se ha acelerado con la rápida expansión del autodenominado Estado
Islámico (EI). El EI controla en estos momentos una importante zona
en Siria (las provincias de Raqqa y Deir al Zor, lo que incluye la
ciudad de Alepo) y otra en Iraq (región de Al Anbar y Nínive). El
avance del EI y la fuerza del yihadismo en estos dos países han sido
provocados, en gran parte, por los errores de
Occidente, especialmente de «Estados Unidos». Las estrategias de nation-building (construcción nacional) en Oriente Próximo se han diseñado en alejados despachos de Washington sin escuchar a los cristianos de la zona y al islam popular, el verdaderamente religioso.
Occidente, especialmente de «Estados Unidos». Las estrategias de nation-building (construcción nacional) en Oriente Próximo se han diseñado en alejados despachos de Washington sin escuchar a los cristianos de la zona y al islam popular, el verdaderamente religioso.
No se atendió a los cristianos
caldeos y asirios (iraquíes) y se invadió Iraq para destituir a Sadam
Husein. En ese momento comienza la tragedia. Estados Unidos desmantela
el Ejército y la Policía de Sadam. En pocos meses aparece en el país el
yihadismo internacional, hasta ese momento ausente. El islamismo ataca a
los cristianos que ya en 2004 se ven obligados a suspender un sínodo.
Ese mismo año, según estimaciones hechas por «Time», salen de Iraq entre
10.000 y 20.000 bautizados. Son miembros de una de las comunidades más.
Ya en el siglo II la nueva fe se había extendido por todo el territorio
y sus misiones llegan hasta China. Fueron cristianos iraquíes los que
transmitieron la filosofía griega al mundo musulmán.
Los primeros
movimientos migratorios conducen a los cristianos de Bagdad y de Mosul
(noroeste) hacia la diáspora exterior pero también hacia la llanura de
Nínive (norte) y hacía el kurdistán iraquí. No siempre la vida entre
los kurdos, que tienen otra lengua y otras tradiciones, les resulta
fácil. Desde esas fechas hasta el pasado verano los ataques a iglesias,
asesinatos y secuestros se suceden sin que respondan a un plan
sistemático. Se trata de sembrar el terror entre los bautizados de forma
indiscriminada. El atentado más significativo es el que sufre la
catedral de Bagdad el 31 de octubre de 2010. Mueren 45 fieles que
asisten a misa. Es evidente que la debilidad y el sectarismo de los
sucesivos gobiernos del chiita Al Maliki (incapaz de integrar a la
minoría suní que se siente atraída por el yihadismo) no garantizan la
mínima libertad para los cristianos. La salida de las tropas
estadounidenses en 2011 se produce cuando el país está lejos de haber
conseguido estabilidad. Todo cambia a peor en 2014. El EI realiza
importantes conquistas y la persecución se hace sistemática. Este grupo,
que surgió en 2004 como Al Qaeda de los Dos Ríos, tras varias
mutaciones y después de enfrentarse a la dirección de Al Qaeda, consigue
crear un Estado dentro del Estado. Lo logra por la inconsistencia del
Ejército iraquí. A eso se suma la financiación del wahabismo (rama del
islam suní) de Arabia Saudí y de Qatar, la toma de pozos de petróleo de
los que obtiene importantes ingresos y un proyecto ideológico que habla
en nombre de la grandeza perdida del islam. El 10 de junio de 2014 fue
un día negro en la historia de Iraq. El EI toma Mosul, tercera ciudad
del país. En 2003 había en la localidad 60.000 cristianos, llevaban allí
desde el siglo VII. Ahora no queda ninguno. Se fueron marchando y a los
5.000 que vivían aún en sus calles el EI les hace imposible la vida.
Primero les dio un ultimátum: o se convertían, o pagaban el tradicional
impuesto exigido a los que no siguen a Mahoma o se marchaban. Luego no
hubo elección: todos fueron expulsados. La historia es conocida: la
puerta de sus casas fueron marcadas con la N árabe de Nazarenos. Sobre
la sede del obispado de Mosul ondea hoy la bandera del califato, su
obispo no ha podido volver a entrar en la ciudad. Una vez tomado Mosul,
el EI avanza hacia la llanura de Nínive donde hasta ese momento vivían
100.000 cristianos. La mayoría de ellos huye a Erbil (Kurdistán) y el
Líbano. En los meses del pasado verano, sumando cristianos y musulmanes,
un total de 500.000 personas abandonan sus hogares.
El Estado
Islámico se aprovecha también de la crisis en Siria y compite en terror
sectario con Al Nusra, la facción yihadista que sigue fiel a la
dirección de Al Qaeda. La oposición que combate contra Bashar el Asad y
que Occidente apoya sufre una importante mutación a lo largo de 2012.
En esos meses el yihadismo le quita el protagonismo al Ejército Libre de
Siria (oposición) y pone entre sus objetivos a los cristianos. Buen
ejemplo es lo que sucede en la batalla encarnizada que se libra por el
control de la ciudad de Homs (en el centro del país). De las 800
familias que vivían en sus calles al inicio de año no queda ni una.
Todas las iglesias son arrasadas. En Damasco (sur) y en Alepo (norte) la
historia es similar aunque los rebeldes no consiguen eliminar del todo a
los seguidores de la cruz. Hasta que Bashar el Asad no retoma casi por
completo el control de la capital (finales de 2014) los secuestros de
bautizados para obtener fondos y los ataques con coche bomba son
frecuentes. En Alepo la situación no se ha estabilizado. Un 65 por
ciento de sus cristianos ya se ha marchado.
Lo sucedido en
Malula, al norte de Damasco, es también paradigmático para comprender
el cambio de Siria. En este pueblo, de mayoría cristiana, todavía se
hablaba la lengua de Jesús, el arameo. En septiembre de 2013 sufre el
ataque conjunto del EI y de Al Nusra. Sus 5.000 habitantes abandonan sus
hogares y todas las iglesias son profanadas.
Ante este cuadro de
limpieza étnica, los bombardeos primero de Estados Unidos y más tarde
de la coalición internacional constituyen una respuesta insuficiente.
Estados Unidos ataca ahora a la oposición siria que en su momento apoyó.
El Estado Islámico que reproduce y aumenta la guerra de siempre en
Oriente Próximo (sunníes contra chiítas, chiítas contra suníes) exige
una respuesta más contundente. La guerra contra el EI no se puede ganar
si no se secan sus fuentes de financiación. Mientras no se corte el
grifo de los ingresos que obtiene a través de la venta de petróleo y
las donaciones privadas que le llegan de Qatar y Arabia Saudí esta forma
de wahabismo violento no podrá ser detenida.
Los
frentes para responder a la eliminación sistemática de cristianos de
Iraq y Siria son varios. A medida que el Ejército sirio y el Ejército
iraquí recuperen ciudades y regiones tomadas por el yihadismo es
necesario que los cristianos vuelvan a sus casas. No se puede dar por
bueno el status quo creado por la violencia. De igual modo es necesario
que los dos países desarrollen un proyecto político estable. Y en tercer
lugar es necesario que el islam verdaderamente religioso, como ha
dicho el papa Francisco, sea más contundente en la condena del EI. Los
pronunciamientos de la mezquita de Al Azhar (referente de los suníes) y
la carta de 120 ulemas que critican sus pretensiones pero no
suficientes. El mundo no puede aceptar esa limpieza étnica.
Ofrezcamos algún sacrificio por nustros hermanos cristianos de Oriente...
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