Ciudad del Vaticano, 20 enero 2014 (VIS).
El Santo Padre visitó, el domingo por la tarde, a las 16.00
horas, la parroquia romana del Sagrado Corazón de Jesús en la zona central de
Castro Pretorio. Francisco a su llegada saludó a los fieles de la parroquia, a
niños bautizados en los últimos meses junto a sus padres, parejas de recién
casados y jóvenes familias.
Además el Papa pudo conocer la realidad de la zona al
encontrar a algunos vagabundos y personas sin domicilio fijo que viven en las
proximidades de la Estación Términi y a un grupo de refugiados a los que
reconoció sentirse como en casa.
Ulteriormente confesó a cinco penitentes y a las 18 horas
celebró una Eucaristía en la basílica. El Papa centró su homilía en el pasaje
del Evangelio en el que Juan bautiza a Jesús diciendo: "He aquí el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo".
“Jesús es llamado el Cordero: es el Cordero que quita el
pecado del mundo. Uno puede pensar, -dijo-: ¿cómo puede un cordero débil quitar
todos los pecados, tantos males? Con amor. Con suavidad. Jesús nunca ha dejado
de ser un cordero: suave, amable, lleno de amor, cerca de los pequeños, cerca
de los pobres… Ha tenido la fuerza necesaria para tomar sobre sí todos nuestros
pecados”.
“Alguno podría decir -ha improvisado el Papa- Pero, Padre,
usted no conoce mi vida: tengo uno que..., ni siquiera con un camión se puede
levantar. Muchas veces, cuando miramos nuestra conciencia, encontramos algunos
que son grandes. Pero Él los carga. Él ha venido para esto: para perdonar, para
dar paz al mundo, pero en primer lugar al corazón. Tal vez alguno de nosotros
tiene un dolor en su corazón , tal vez tiene un corazón oscuro, tal vez se
sienta un poco triste por un fallo... Él ha venido a quitar todo esto, Él nos
da la paz, perdona todo”.
“Muchas veces confiamos en un médico: está bien hacerlo,
porque el médico está allí para curar; tenemos confianza en una persona:
hermanos, hermanas, que nos pueden ayudar. Está bien tener esta confianza
humana entre nosotros. Pero nos olvidamos de la confianza en el Señor: ésta es
la clave del éxito en la vida. ¡La confianza en el Señor, encomendémonos al
Señor!...Y esta -ha concluido-, es una apuesta que tenemos que hacer: confiar
en Él, porque nunca decepciona. ¡Nunca, nunca! Escuchad bien, chicos y chicas,
que iniciáis la vida: Jesús nunca decepciona”.
Al finalizar, el Papa encontró a la comunidad salesiana, que
se encarga de la parroquia, al párroco Valerio Baresi, S.D.B., y a las hermanas
Misioneras de Cristo Resucitado. Por último, y antes de volver al Vaticano,
Francisco se detuvo para hablar con los jóvenes de la parroquia.