BIENVENIDO AL BLOG DE LOS DEVOTOS DE LA DIVINA MISERICORDIA - GRUPO DE ORACIÓN DE LA PALMA DEL CONDADO - HUELVA - ESPAÑA

jueves, 5 de enero de 2012

Novena a la Divina Misericordia

El Viernes Santo comienza la novena antes de la fiesta de la Divina Misericordia. Jesús le pidió a santa Faustina que se preparara con esta novena, que consiste en rezar durante nueve días la Coronilla a la Divina Misericordia, para la celebración en la que adoramos a Dios en el misterio de su misericordia insondable. Sobre esta novena, el Señor le dijo que se puede alcanzar todo, siempre y cuando esté conforme con la voluntad de Dios, es decir, que sea bueno para nosotros, aquí en la tierra y en la eternidad. Se podrá añadir también con gran piedad la novena que Jesús le dictó a santa Sor Faustina. El inicio solemne de esta Novena tendrá lugar en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Lagiewniki, justo después de la oración a la Hora de la Misericordia (las 3 de la tarde), que el Viernes Santo se celebrará de una manera especial y extraordinaria.

miércoles, 4 de enero de 2012

Hora de la Misericordia


La hora de la agonía de Jesús, es decir, las tres de la tarde, es un tiempo muy especial en la devoción a la Divina Misericordia. En esta hora procuramos permanecer en espíritu al pie de la Cruz de Cristo, a fin de suplicar la misericordia para uno mismo y para el mundo entero en virtud de los méritos de su Pasión. Sobre esta hora de la Misericordia, el Señor dijo a Sor Faustina:A las tres, ruega por Mi misericordia, en especial para los pecadores y aunque sólo sea por un brevísimo momento, sumérgete en Mi Pasión, especialmente en Mi abandono en el momento de Mi agonía. Ésta es la hora de la gran misericordia para el mundo entero (Diario 1320)Cabe esclarecer aquí, que no se trata de una hora exacta de reloj (60 minutos), sino que se trata de tener presente el momento de la agonía de Jesús en la cruz, es decir, de acompañarle rezando a las tres de la tarde.
Jesús no propone una oración concreta para esta hora de las 3 de la tarde; más bien dijo que se podía, por ejemplo, rezar el Via Crucis, hacer la visita al Santísimo Sacramento, y si el tiempo no lo permite debido a las obligaciones, al menos, durante unos momentos, allí donde estemos, hay que tratar de unirse con Él cuando agoniza en la Cruz, aunque sólo sea por un breve momento. El objeto de esta oración es el misterio de la Pasión de Cristo. Esta oración en la Hora de la Misericordia debe cumplir ciertas condiciones: debe tener lugar a las tres de la tarde (cuando el reloj marca la hora exacta), debe dirigirse directamente a Jesús, y en nuestras súplicas y peticiones, hay que referirse a los méritos y al valor de su dolorosa Pasión.
Sin embargo, en la práctica y en diversas publicaciones, a menudo se insiste en la opinión según la cual a las tres de la tarde hay que rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, pues se considera que entonces esta oración tiene un poder especial. Esta forma de pensar se debe a una cierta ignorancia sobre la devoción a la Divina Misericordia, porque hay un desconocimiento de las formas trasmitidas por Sor Faustina; tal vez esto también se deba a la necesidad de tener una fórmula determinada para rezar en esta hora de la Misericordia. La oración en la Hora de la Misericordia es una forma particular del culto a la Divina Misericordia, con la que Jesús asoció una promesa determinada; también estableció la forma de practicarla. Jesús, en ningún momento dijo que hubiera que rezar la Coronilla de la Divina Misericordia en esta hora. Por supuesto, es posible rezar la Coronilla en esta hora santa, así como en cualquier otro momento del día y de la noche; pero entonces hay que tener claro que no estamos practicando la oración de la Hora de la Misericordia, sino que simplemente rezamos la Coronilla de la Divina Misericordia. La Coronilla no puede ser la oración de la Hora de la Misericordia, puesto que se dirige directamente a Dios el Padre (Padre Eterno, yo te ofrezco…), y la oración en la Hora de la Misericordia debe dirigirse a Jesús.
La práctica sistemática de la oración en la hora de la Misericordia nos introduce en un contacto directo y personal con Jesús, nos hace meditar su misericordia, que se manifestó durante su Pasión, y nos permite dirigirnos a Jesús directamente, es decir, a Alguien muy cercano; entonces, en virtud de los méritos de su Pasión podemos pedir la misericordia para nosotros mismos y para mundo entero. Depende de nosotros mismos si queremos o no rezar a las tres de la tarde y practicar la oración en la Hora de la Misericordia, o si más bien preferimos rezar la Coronilla de la Divina Misericordia. En todo caso, se trata de dos cosas diferentes. Pero al propagar la devoción a la Divina Misericordia y su práctica, deben dejarse bien definidas las cosas, con toda claridad, y no mezclar la Hora de la Misericordia con la Coronilla.

martes, 3 de enero de 2012

Coronilla

LA CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

 (para rezarla con las cuentas del rosario)
Al comienzo: 
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.

Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, La Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Al comienzo de cada decena (1 vez):
Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada cuenta de la decena (10 veces):
Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al terminar (3 veces):
Santo Dios, Santo Fuerte,  Santo Inmortal, ten piedad de  nosotros y del mundo entero.

Origen y rezo correcto de la Coronilla

Esta oración es un don especial de Dios para nuestros tiempos. Fue Jesús mismo quien se la dictó a Sor Faustina en Vilna, entre los días 13 y 14 de septiembre de 1935. El viernes 13 de septiembre, Sor Faustina se encontraba en su celda cuando tuvo la visión de un ángel que venía a la tierra para castigar al mundo por sus pecados. Cuando ella vio este signo de la ira divina, empezó a pedirle al ángel que se abstuviera por algún tiempo de llevar a cabo sus propósitos, asegurándole que el mundo haría penitencia. Sin embargo, cuando ella se halló ante la majestad de la Santísima Trinidad, no se atrevió ya a repetir esta súplica. No fue hasta que sintió el poder de la gracia de Jesús en su alma, que comenzó a rezar con las palabras de una oración que iba oyendo interiormente. Así lo dejó escrito en su Diario: Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados (Diario 475).
Al día siguiente, al llegar a la capilla, el Señor Jesús nuevamente le enseñó a recitar esta oración, que hoy llamamos la Coronilla de la Divina Misericordia: Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero (Diario 476).
Esta forma de oración está destinada a ser rezada tanto en comunidad como para un rezo individual. Cualquier persona que cambiara el texto de la Coronilla, oración en la que se usa el plural, recitándola en singular, es decir, diciendo „mis pecados” en lugar de „nuestros pecados” o „ten piedad de mi” en lugar de „ten misericordia de nosotros”, lo haría en contra de la voluntad de Cristo – escribía el Padre Prof. Ignacio Różycki – y entonces aquel rezo ya no sería la Coronilla de la Divina Misericordia. Esto es así porque en esta oración, cuando decimos „nosotros” nos referimos tanto a la persona que la reza como a todos aquellos por quienes oramos; mientras que al decir el „mundo entero”, queremos abarcar a todos, a vivos y a muertos. De esta manera, al recitar la Coronilla de la Divina Misericordia, Jesús nos pide que imploremos la misericordia „para nosotros”, no para „mi”, y así nos enseña a combatir el egoísmo en la oración y de ese modo hace de la oración de la Divina Misericordia un acto de amor sacrificial.En el contenido de la Coronilla de la Divina Misericordia, no sólo no se puede cambiar el plural por el singular, sino que tampoco se puede añadir o quitar nada, sea mediante la adición de palabras o modificando su significado.
No obstante, en la práctica diaria, a la hora de divulgar y rezar esta oración, aparecen a veces ciertas irregularidades. A menudo se añaden distintas palabras o frases, por ejemplo, ten piedad de nosotros, del Santo Padre, para… tal o cual intención y para el mundo entero. O bien, por su dolorosa pasión, y por los siete dolores de Nuestra Señora, ten piedad… o también: Gloria al Padre y al Hijo, justo después del Credo. A veces, suele ocurrir que de las palabras que dictó Jesús se omiten ciertas palabras, como la parte final cuando hay que decir las palabras: … y del mundo entero, dejando sólo la mera súplica. Por lo tanto, cualquier cambio, „adiciones” u omisión de palabras que forman parte del contenido mismo de la Coronilla de la Divina Misericordia, hacen que cambie el significado y en definitiva lo que haríamos es rezar otra oración, no la que dictó el Señor Jesús. Tampoco se debe recitar como si se tratara de la oración del Rosario, añadiendo meditaciones entre las decenas, o bien intenciones, o cualquier otro tipo de palabras. Todo eso, las intenciones o meditaciones para la reflexión durante la Coronilla, deben darse al principio, para que el rezo de la Coronilla se haga íntegramente tal y como Jesús la trasmitió. En la fórmula de la Coronilla de la Divina Misericordia sólo se permite cambiar las palabras świata całego (del mundo entero) por całego świata (de todo el mundo), porque no representan un cambio significativo, y así es más propio de la sintaxis de la lengua polaca. Esta modificación del texto tiene el imprimátur de la Iglesia.

Significado teológico

La Coronilla de la Divina Misericordia tiene un contenido muy rico, así que merece la pena detenerse a considerar el significado de las palabras y de las frases. La oración, en su totalidad, está dirigida a Dios Padre, a quien ofrecemos a su amado Hijo en propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero, y suplicamos por los méritos de su dolorosa Pasión, rogando para que nos conceda la misericordia a nosotros y al mundo entero. Al rezar esta oración, participamos del sacerdocio común de Cristo, ofreciendo a Dios el Padre, a su amado Hijo en propiciación por nuestros pecados y los del mundo entero.
Sobre la importancia de los contenidos de la Coronilla, hubo un tiempo en el que se debatía una disputa teológica alrededor de esta cuestión y que se refería a la corrección de dicha oración, y por lo tanto, a su origen sobrenatural. El padre Wincenty Granat, ex rector de la Universidad Católica de Lublin, consideraba que la Coronilla de la Divina Misericordia contenía errores teológicos, y que por lo tanto no podía proceder de Dios. En un simposio totalmente dedicado al tema de la misericordia de Dios, dio una conferencia en la que escribió: En dicha oración hay importantes errores teológicos: en primer lugar, la Divinidad del Hijo es lo mismo que la Divinidad del Padre, y por lo tanto no puede ser ofrecida al Padre Eterno; en segundo lugar, no se puede ofrecer la divinidad en sacrificio, y en tercer lugar esto no se puede hacer en propiciación por los pecados, ya que la Divinidad, y más concretamente hablando, Dios mismo es quien perdona los pecados, pero no se trata de una víctima propiciatoria. El Salvador, en su naturaleza humana, es propiciación por nuestros pecados.
El Padre Prof. Ignacio Różycki, esclareció estas dudas, al explicar el sentido de la fórmula: dijo que las palabras el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad (…) de nuestro Señor Jesucristohay que tomarlas en su totalidad; la palabra Divinidad no se puede sacar del contexto. Sólo teniendo en cuenta el contexto – explica el Padre Różycki – (…) se puede encontrar la clave [para una correcta interpretación de las palabras], tal y como lo exige la regla básica de cualquier criticismo. De no hacerlo así, nos opondríamos a algo tan serio como son los principios de la interpretación científica; esto conllevaría a falsificar brutalmente el sentido que el mismo Salvador le dio a la fórmula de la oración, con lo que se llegaría a un absurdo teológico; esto es lo que ocurriría si, al no tener en cuenta el contexto, se entendiera la palabra „Divinidad” como la „naturaleza divina”, pues es obvio que la naturaleza divina de Jesucristo es idéntica a la naturaleza del Padre, y por eso no puede ser ofrecida a Dios Padre.
La fórmula del contenido de la Coronilla de la Divina Misericordia, que era objeto de aquel debate, no había aparecido por primera vez en dicha oración, sino que ya desde hacía tiempo estaba presente en la Iglesia, en el contexto de la Eucaristía, y en un ámbito cristológico. El contexto eucarístico más relevante y más solemne – señala el P. Różycki – es la definición dogmática de la presencia eucarística de Jesús en su totalidad, tal como fue propuesto por el Concilio de Trento, donde la definición de „Divinidad” no se refiere a la naturaleza divina que es común a las tres Personas de la Santísima Trinidad. Se refiere directamente a la Persona Divina de Jesús. Esta misma fórmula apareció en un contexto eucarístico en la oración que el ángel dictó a los niños videntes de Fátima en 1916. Así, al rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, ofrecemos al Padre no sólo la Divinidad de Jesús sino toda su Persona, es decir, tanto su personalidad Divina como su humanidad, que consta de un cuerpo de carne, de sangre y de alma.
Pero entonces cabe preguntarse: ¿puede ofrecerse a Dios toda la Persona del Hijo de Dios Encarnado? Ante esta cuestión, el Padre I. Różycki también responde positivamente, refiriéndose a la Epístola de san Pablo a los Efesios, en la que dice que Cristo, cumpliendo su misión, primero nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma (Ef 5, 2). A partir de este texto de san Pablo – escribe el Padre Różycki – se desprende que el objeto y la finalidad del sacrificio ofrecido por Cristo a Dios Padre era Él mismo en su totalidad, es decir, toda su humanidad y su Persona Divina. Por lo tanto, cuando rezamos la Coronilla, nos unimos al sacrificio de Cristo en la cruz, en el que Él se ofreció para nuestra salvación. Al recitar las palabras Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, lo hacemos en virtud del amor que Dios Padre tiene por su Hijo, y en Él, por todos los hombres. Así pues, recurrimos – dice el Padre Różycki – al motivo más fuerte para ser escuchado por Dios.
En la Coronilla, pedimos la misericordia para nosotros y para el mundo entero. El pronombre nosotros se refiere a la persona que está rezando esta oración y a las personas por las que ésta desea y debe rezar. En cambio al decir para el mundo entero nos referimos a todas las personas que viven en el mundo y a las almas que sufren en el purgatorio. Así, cuando rezamos con fidelidad la Coronilla de la Divina Misericordia, al mismo tiempo estamos llevando a cabo un acto de misericordia para con el prójimo, que es la condición para poder recibir la misericordia de Dios.

Promesas

Jesús asoció grandes promesas a esta oración, siempre y cuando se viva la devoción correctamente, es decir, en un espíritu de confianza hacia Dios y de misericordia hacia el prójimo. Esta confianza debería expresarse por la perseverancia en la oración; cuanto más confianza haya en la oración, tanto más perseverancia habrá en el rezo de la Coronilla. Jesús dijo a Sor Faustina que a través de la Coronilla se podrá recibir todo lo que se pida, pero nunca afirmó que la respuesta sería inmediata, justo después de haberla rezado una sola vez, a excepción de la gracia de una buena muerte. En su „Diario”, Sor Faustina describe situaciones en las que sus peticiones fueron oídas después de haber rezado la Coronilla una sola vez; por ejemplo, después de una gran tormenta (Diario 1731), u otra vez, cuando rezaba la Coronilla sin cesar para suplicar la lluvia (Diario 1128). En otras ocasiones, cuando rezaba acompañando a personas agonizantes en el momento de su muerte, bastaba rezar la Coronilla una sola vez para que fuera concedida la gracia de una muerte feliz y serena; en cambio, en otra ocasión parecida, hubo que rezarla varias veces, porque en aquella ocasión el alma en cuestión necesitaba de una gran ayuda mediante la oración (Diario 1035).
Jesús asoció al rezo confiado de la Coronilla de la Divina Misericordia la promesa de conseguir cualquier gracia, cuando dijo: A quienes recen esta coronilla, Me complazco en darles lo que Me pidan (Diario 1541), y agregó: si (…) no se pide algo que pueda oponerse a Mi voluntad (Diario 1731). La voluntad de Dios es una expresión de su amor hacia el hombre, y por lo tanto todo lo que pueda ser contrario a su voluntad, significa que es algo malo o perjudicial para el hombre, y por eso el Padre Celestial no puede concederlo, puesto que Él sólo desea el bien para el hombre en la perspectiva de la eternidad. En esta promesa general, no sólo se trata de las gracias sobrenaturales, sino también de los bienes o beneficios temporales.
Hay también unas promesas particulares referentes a la hora de la muerte, o más precisamente hablando, a la gracia de poder morir en estado de gracia, sin miedo ni terror alguno. Estas gracias no sólo están reservadas para las personas que al morir recen la Coronilla de la Divina Misericordia, sino también a aquellas por las que se rece la Coronilla en la hora de su agonía.Defenderé como Mi gloria a cada alma que rece esta coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca del agonizante es rezada esta coronilla, se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi misericordia por la dolorosa Pasión de Mi Hijo (Diario 811). La gracia de una buena muerte, es decir, de la conversión y el perdón de los pecados, Jesús la prometió, incluso con sólo rezar una sola vez la Coronilla en el espíritu de la devoción a la Divina Misericordia, o sea, en un espíritu de confianza hacia Dios (con fe, esperanza, caridad y humildad, así como con un profundo arrepentimiento por los pecados cometidos) y con una disposición para ejercer la misericordia al prójimo. Hasta el pecador mas empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita (Diario 687).
La magnitud de las gracias asociadas a esta oración fue expresada por las palabras de Jesús a Sor Faustina: por el rezo de esta coronilla acercas a Mí la humanidad (Diario 929). Los sacerdotes deben recomendarla a los pecadores como la ultima tabla de salvación (Cf. Diario 687).

lunes, 2 de enero de 2012

Fiesta

La fiesta de la Misericordia se celebra el primer domingo después de Pascua, que es el segundo domingo de Pascua, que actualmente se conoce como el Domingo de la Divina Misericordia. La inscribió primero en el calendario litúrgico el cardenal Francisco Macharski para su Arquidiócesis de Cracovia (1985) y a continuación algunos obispos polacos lo hicieron en sus diócesis. A petición del Episcopado de Polonia, el Papa Juan Pablo II, en 1995, instituyó esta fiesta en todas las diócesis de Polonia. El día de la canonización de Sor Faustina, el 30 de abril de 2000, el Papa instituyó esta fiesta para toda la Iglesia.
La inspiración que condujo a la institución de esta fiesta en la Iglesia procedía del deseo que Jesús había comunicado a Sor Faustina. Jesús le dijo: Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia (Diario 299). Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias (Diario 699). En diversas apariciones, el Señor reveló, no sólo cuándo había que celebrarse la fiesta en el calendario litúrgico de la Iglesia, sino también el motivo y el propósito de su institución, cómo preparar la fiesta, cómo debía ser su celebración y habló también de las grandes promesas asociadas con la fiesta. La mayor de ellas es la gracia “del perdón total de las culpas y de las penas” relacionada con la Santa Comunión recibida en este día después de una buena confesión (sin tener apego al más leve pecado), y vivida en el espíritu de la devoción a la Divina Misericordia; dicho de otro modo, se trata de tener una actitud de confianza hacia Dios y de ejercer de forma activa el amor al prójimo. Esta gracia, como explica el Padre profesor Ignacio Różycki, es mayor que la indulgencia plenaria. Consiste sólo en el perdón de las penas temporales debidos a los pecados cometidos, pero nunca se trata del perdón de las culpas mismas. Esta gracia particular también es mayor que los seis sacramentos, excepto el sacramento del santo Bautismo; esto es así porque el perdón de todas las culpas y penas es sólo una gracia sacramental reservada al sacramento del Bautismo. En cambio, en las promesas de Jesús vinculadas con la Fiesta, el Señor asoció el perdón de culpas y penas a la Santa Comunión recibida el día de la fiesta, es decir, al hecho de comulgar en la Fiesta de la Misericordia; con ello, Jesús elevó la Sagrada Comunión recibida en este día al rango de un “segundo bautismo”. Con el fin de prepararse debidamente para la Fiesta de la Misericordia hay que hacer una novena, rezando la Coronilla los 9 días que preceden a la Fiesta, a partir del Viernes Santo. Jesús le dijo a Sor Faustina: Hija Mía, di que esta Fiesta ha brotado de las entrañas de Mi misericordia para el consuelo del mundo entero (Diario 1517).

domingo, 1 de enero de 2012

Imagen


La imagen de Jesús Misericordioso, que también se conoce como la imagen de la Divina Misericordia, es una de las imágenes de Cristo crucificado y resucitado más famosas en la historia de la Iglesia y del mundo. Es una imagen extraordinaria, no sólo por ser tan conocida en tantos países, sino sobre todo porque su co-autor es Jesús mismo, quien se apareció a santa Faustina mostrándose según aparece en la imagen cuando ella se encontraba en su celda, en el convento de la Congregación las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en Plock, el 22 de febrero de 1931. Allí Jesús le pidió que pintara esta imagen. Al anochecer, estando en mi celda – narraba en su Diario santa Faustina – vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido(…). Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero (Diario 47).